Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1861-1862 (Cortes de 1858 a 1863)
Sesión: 29 de abril de 1862
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: n.º 109, 2.150, a 2.152
Tema: Mármoles de Italia. Introducción de mármol de Carrara para la catedral de Burgos

El Sr. PRESIDENTE: Discusión del dictamen de la comisión para que se declaren libres de derechos de aduanas 2.000 metros cuadrados de mármol de Carrara con destino a la catedral de Burgos. (Véase el Apéndice al Diario núm. 101, sesión del 2 de abril.)

El Sr. SAGASTA: Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S.

El Sr. SAGASTA: Pocas palabras diré en apoyo de una enmienda cuyo autor no está presente en este momento, porque está en unas oposiciones: de otro modo, no hubiera faltado en su puesto el Sr. Figuerola, que es a quien me refiero. En esta enmienda no se combate la petición para la catedral de Burgos, sino que se propone que la gracia que se solicita para la catedral de aquella ciudad se haga extensiva a todas las demás catedrales y establecimientos públicos de España. De manera que nosotros creemos cumplir un deber más piadoso y más artístico que con lo que se propone en el dictamen de la comisión. Lo absurdo del privilegio que resulta por este dictamen a favor de Burgos nace de los aranceles, que según ellos cada baldosa de las que se trata paga de 15 a 17 rs., y como cada quintal viene a tener dos baldosas, resulta que pagan 30 rs en quintal en nuestros puertos: en vez pues de pedir una exención particular para la catedral de Burgos, parece más lógico y natural extirpar de raíz y por completo el mal: de otro modo, el beneficio que hoy reclama Burgos para su catedral le pedirán mañana las demás catedrales de España.

Yo siento mucho que no esté presente el Sr. Ministro de Hacienda, que aunque reúne buenas condiciones para Ministro, tiene sin embargo en mi concepto una muy mala, la de ser sobradamente irresoluto; pero es posible que quiera por lo mismo que se le vaya abriendo así camino para ir poco a poco haciendo la reforma, y es más posible aún que apoyará esta enmienda que hacemos, porque tratándose en el dictamen de un privilegio a favor de la catedral de Burgos, y siendo el Sr. Ministro de Hacienda burgalés, no había de oponerse a que se hiciese en igual gracia a las demás catedrales de España.

El autor de la enmienda que, como ya he dicho, es mi amigo el Sr. Figuerola, no quiere en manera alguna oponerse a que se otorgue esa gracia a Burgos, y lo que desea es que se haga extensiva a las demás catedrales y establecimientos públicos. ¿Qué es lo que nosotros pedimos? Ni más ni menos que lo que tiene acordado la junta consultiva de aranceles; de manera que no es ninguna cosa muy radical como puede comprender el Congreso. Si se tratara de una cosa que pudiéramos proponer el Sr. Figuerola o yo, podría decirse que era revolucionaria; pero tratándose de la junta consultiva de aranceles; no se la puede dirigir este cargo, ni presentarla tampoco como revolucionaria. Esto ni más ni menos pedimos los firmantes de la proposición; es decir, que se reduzcan los derechos a lo que deben reducirse para que puedan venir a España los mármoles que nosotros no tengamos. Habiéndolos en España muy buenos, deben y pueden emplearse; pero si no los hubiese para ciertos usos, deben fijarse unos derechos muy módicos para que puedan venir a España. En las provincias Vascongadas, por ejemplo, tenemos nosotros mármoles muy buenos, no tanto como los de Carrara para la estatuaria, porque tienen el grano más fino; pero para pavimentos sirven perfectamente. Esto es muy digno de tomarse en cuenta, porque teniendo nosotros mármoles en España, vamos a decir a los marmolistas, si es que se aprueba el dictamen de la comisión: podéis dedicaros a trabajar en mármoles, que nosotros vamos a traerlos del extranjero, y vamos a traerlos libres de derechos, absolutamente libres de todo gravamen, Atendiendo pues a estas razones, hemos tenido el honor de presentar la enmienda que estoy apoyando, y en la cual, evitando el absurdo privilegio que se quiere conceder, conciliamos todos los intereses.

No puedo determinar a fondo qué es lo que propone nuestra enmienda, porque la verdad es que el Sr. Figuerola me dijo si quería firmar esta enmienda, y que yo tuve inconveniente en hacerlo, luego que me fijo que no se trataba de otra cosa que de lo que proponía la junta consultiva de aranceles. A mí me pareció justa desde luego, y como S.S. por la causa legítima de que antes he hablado no ha podido venir hoy a ocupar su sitio, he tenido que decir estas cuatro palabras. De todos modos creo que la comisión no podrá decir nada en contra de nuestra enmienda, porque al fin tiende a que en vez de conceder un privilegio, siempre irritante, se tome una disposición general para todos los casos semejantes. No haciéndolo así, podrían [2.150] venir mañana otras catedrales y otros edificios públicos reclamando igual exención, y poniendo nosotros de una vez las cosas en orden, evitamos estos inconvenientes.

Concluyo pues rogando al Congreso se sirva tomar en consideración la enmienda que he tenido el honor de presentar en unión con el Sr. Figuerola y otros.

El Sr. PRESIDENTE: El Sr. Figuerola, autos de la proposición que ha apoyado V.S., me escribió ayer una carta diciéndome que detuviese por dos o tres horas esta discusión, hasta tanto que se viese libre de una ocupación a que no podía faltar. La detuve todo el día de ayer, y si hoy se ha entrado en este asunto, ha sido porque habiendo preguntado si S.S. había conocido ya lo que le tenía ocupado, se me ha dicho que otro de los firmantes apoyaría la enmienda.

El Sr. SAGASTA: Me permitirá V.S. que diga alguna palabras. No ha sido mi ánimo hacer cargo de ninguna especie a la mesa; cuando yo trato de dirigirlos, los presento de frente y con toda claridad. He manifestado que no hallándose aquí el Sr. Figuerola por una causa legítima, debía ser yo el que defendiese la enmienda, y esto lo he manifestado para justificar la circunstancia especial que me obligaba a hablar de una cosa que no había estudiado, y de ninguna manera para hacer cargo a la mesa.

El Sr. PRESIDENTE: La manifestación que he hecho anteriormente tiene por objeto satisfacer a los Sres. Diputados respecto al orden de las discusiones, y de ninguna manera contestar al Sr. Sagasta, que verdaderamente no había hecho cargos a la mesa.

El Sr. SAGASTA: Pido la palabra para rectificar.

Voy a empezar por deshacer una equivocación en que se encuentra mi amigo el Sr. Fernández Vallejo, y en que por lo visto se encuentra esa comisión, que trata de pavimentar la catedral de Burgos. ¿Quién ha dicho a esa comisión que no hay mármoles blancos en España? Pues no tenía más que haber acudido a la provincia de León, que está bien cerca, o a Almería, Granada, Córdoba, Cataluña, provincias Vascongadas y otras, y hubiera encontrado todo el mármol blanco que necesitase. ¿Por dónde ha creído el Sr. Fernández Vallejo que no había mármoles blancos en España y que por eso era necesario acudir al extranjero? ¿No hay mármoles blancos en España que se pueden obtener a más bajo precio que los que vengan del extranjero? Sí, y si no los hubiera sería preciso admitir desde luego la enmienda que yo he sostenido, porque si no los hubiera, no había necesidad de proteger los mármoles blancos. Si en España no hubiera mármoles blancos, ¿por qué no habíamos de dejar entrar libres de derechos a los mármoles blancos extranjeros?

Yo espero que los Sres. Diputados de las provincias a que antes me he referido, hagan entender a los individuos de la comisión, que hay mármoles blancos en España, aceptando la enmienda que he tenido la honra de apoyar.

Yo lo que quiero, señores, es que el que tenga el capricho de traer mármol blanco de Carrara, jaspes y todas las piedras que quiera, pague el derecho fiscal que se dice en la enmienda, y nada más. Pero por lo demás, ¿cómo no [2.151] ha de haber mármoles blancos en España, si los hay en casi todas las provincias de España, y ahora que veo al señor presidente de la Cámara, recuerdo que los hay, y muy buenos en Asturias?

Conste pues que nosotros no queremos una cosa extraordinaria, y conste también que no introducimos un artículo nuevo en el proyecto redactado por la comisión. Nada de eso, yo no había leído la enmienda, acabo de pedirla y de leerla, y resulta que sólo pedimos que en lugar de permitirse la introducción libre de derechos del mármol necesario para el pavimento de la catedral de Burgos, se grave con 5 rs en quintal a las losas de jaspe, mármol de Carrara u otra clase de mármoles, de cualquier parte que vengan. Esta es la modificación que pedimos en el dictamen, modificación que se halla hecha por la junta consultiva de aranceles, y que se establecerá dentro de poco.

¿No vale más esto que lo que propone El Sr. Fernández Vallejo? Dice el Sr. Fernández Vallejo: concedamos ahora esto, y luego si viene otra catedral u otro establecimiento solicitando la misma gracia, también se le concederá. Resulta pues que S.S. desea que nos ocupemos aquí en estar haciendo todos lo días leyes de privilegio, cuando podíamos evitarlo dando una ley general.

El Sr. FERNANDEZ VALLEJO: El Sr. Vallejo, o la comisión, lo que hace es a una ley del Estado presentar una excepción. Ha habido una proposición de ley para que se conceda una gracia a la catedral de Burgos, y la comisión opina que se otorgue como una excepción de la regla general, al paso que lo que el Sr. Sagasta quiere es hacer una alteración esencial en nuestros aranceles, legislar por medio de una enmienda de mucha trascendencia en materia de aranceles, a lo cual no se ha dirigido el proyecto de la comisión.

Si dadas las circunstancias en que se encuentra la catedral de Burgos, viniera cualquiera mañana con igual pretensión, el Sr. Vallejo y la comisión no tendrán inconveniente en acceder a ella. Vea ahora el congreso quién está más puesto en la razón, si S.S. o yo.

Ha indicado el Sr. Sagasta, no sé si con la mejor intención, que el Sr. Ministro de Hacienda rehuía este debate, porque era de Burgos y porque no quería comprometerse a dar una disposición general. El Sr. Ministro de Hacienda, debo decir a S.S. que no es de Burgos, y que no es ni aún Diputado por Burgos. Vea pues S.S. como tampoco está muy enterado.

Pero vamos a la última de las rectificaciones. El señor Sagasta dice que hay en abundancia mármoles blancos en España: pues yo vuelvo a asegurar al Congreso por los informes que esta comisión ha podido tomar de las personas competentes, de las que van a sufragar todos los gastos, téngase esto en cuenta, de una obra de embellecimiento de un edificio público que vale miles de duros, y solo la costean los particulares, pidiendo únicamente que el Estado renuncie a los derechos exiguos que percibiría en su caso, que esas personas han enviado un comisionado tan competente como pueda serlo el Sr. Sagasta a las provincias de Navarra, de Vizcaya, de Asturias, de Granada, a todos los puntos productores de mármoles blancos, y han convenido en que no se pueden obtener en la cantidad y de las condiciones que se necesita, de una blancura igual, como es indispensable si ha de llevarse a cabo la obra tal como la han concebido los que pagan.

El Sr. SAGASTA: Voy a rectificar brevemente. Insisto en que en España hay mármoles blancos muy buenos; y si de ello quiere una prueba el Sr. Vallejo, no tiene más que recordar la escalera de Palacio, que es de un mármol tan blanco y tan igual como el de Carrara, y además una porción de escalera que habrá visto S.S. en casas particulares de Madrid, y verá como el mármol blanco en ellas empleado es tan bueno, tan blanco, tan igual; tan transparente como el de Carrara, sino que el grano es un poco más grueso no sirve para la estatuaria; pero para pavimentos es mejor que el de Carrara, resiste mucho mejor.

Por lo demás, yo dije, no en el sentido que S.S. ha manifestado, que sentía que no estuviese presente el señor Ministro de Hacienda, porque podía creerse que rehuía esta cuestión por ser burgalés; no dije que rehuía esta cuestión; me lamentaba de que no estuviese aquí, porque creía que me había de apoyar. Ha dicho S.S. que el Sr. Ministro de Hacienda no es burgalés; ya sé que nació en Santander; pero ha estado en Burgos desde la edad de cuatro años; allí ha vivido; allí tiene su familia; allí tiene sus afecciones; allí tiene sus amistades; allí todo; por consiguiente desde luego puedo yo asegurar a S.S. porque hace tiempo que conozco al Sr. Ministro de Hacienda, que donde tiene sus afecciones es en Burgos, no en Santander. Vea pues S.S: como no estaba equivocado; pero cría que no debía descender a los detalles del lugar donde había nacido el señor Ministro de Hacienda, del día en que nació, etc.; bastábame saber que su provincia es Burgos, aunque haya nacido en Santander.

El Sr. FERNANDEZ VALLEJO: Yo no tenía que mezclarme en si el Sr. Ministro de Hacienda era o no burgalés o de qué provincia, si no hubiera asegurado el Sr. Sagasta que era burgalés, y no siéndolo, debía yo hacer constar así, porque por algo lo decía S.S. combatiendo nuestro proyecto de ley, y por eso mi contestación.

Por lo demás, no hay que extrañar que el Sr. Ministro de Hacienda no se halle en el Congreso cuando se están discutiendo los presupuestos en el otro Cuerpo; pero el Gobierno siempre está presente; no está desierto el banco ministerial; esta comisión se compone de individuos algunos de ellos ministeriales; y aunque yo no acostumbro jamás a preguntar al Ministerio para votar, sabemos sin embargo que el Gobierno está conforme en este proyecto.



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